domingo, 3 de junio de 2012

De excursión con la yaya F


Esta semana fui de excursión con mi abuela y más personas de su quinta a una isla preciosa llamada: Ons. No es que yo sea un bicho raro y sin amigos que necesite apuntarse a una excursión organizada por el IMSERSO, para divertirme. Soy rarita pero no tanto. La verdad es que mi superiora: la teniente yaya F (mi abuela), me encomendó la peliaguda misión de infiltrarnos juntas en la excursión, con idea de controlar que el gobierno no se carge a unos cuantos viejos para ahorrarse sus pensiones. Con eso de los recortes...
Así que como buena nieta soldado, hice el petate de guerra y me planté en el club Náutico, desde donde nos salía el barco. Pero, ¡oh!, de la teniente Yaya F, ni rastro. Faltaban diez minutos para que el barco zarpara y aquel sitio ya estaba a rebosar de abuelitos yeyés, ataviados con sus maletas de piel y sus bikinis de rayas, y mi abuela no estaba allí, como se suponía que debía ser. Acojonada, me recorrí el puerto unas cinco veces, la busqué entre el tumulto de ancianas y nada, seguía sin verla. Y es que, ¿cómo das con una yaya que tiene el mismo peinado de las otras abuelas? Porque todas las viejas llevan el pelo corto y cardado. Además, ¿cómo quedar con alguien que no tiene móvil? No puedes llamarle y preguntarle, ¿dónde leches te has metido que no te veo y ¡el barco está a punto de salir!?, ¿a que no se acuerda de que ha quedado conmigo y me ha dejado plantada? No será capaz.... Ese veneno tuve que tragármelo yo solita, hasta que por fin apareció tan pancha y sonriente, y pude desahogarme.

Ya en la isla, una de las guías encargadas de la excursión, nos recuerda que nos encontramos en un Parque Nacional y que debemos respetar el medio ambiente. ¡Nos lo has dicho tres veces!, protesta un anciano, ¡no somos niños pequeños! La chica suspira y emprende la marcha con los dulces abuelitos siguiéndola detrás. Yo en el medio.
Mi abuela refunfuñando a mi lado porque dice que no ha comido nada y que no aguantará la caminata. Una de sus compañeras se apiada de su fatiga y le ofrece un poco de fruta. Se lo agradezco porque así me dejará disfrutar del paseo.

¡Ja! Ilusa de mí...

En una de las veces, la guía se detiene para explicarnos un poco de la historia de la isla y F se vuelve a mosquear.
Pero, ¿por qué nos paramos?, así no llegaremos al pueblo ni a la hora de la comida.
Abuela, está haciendo su trabajo —le aclaro.
¡Pues que no se enrolle tanto! —replica.
La chica la escucha.
Lo siento señora, me pagan para ello.
Yo me muero de la vergüenza.
La guía continúa la marcha, mientras discuto con F a través de susurros. Al rato, nos volvemos a detener para escuchar otra explicación de la guía, me acerco al grupo y mi abuela no está. ¿Dónde está mi abuela? Paso de la guía y me pongo a buscarla por el grupo. Por fin la encuentro en la otra punta, pero ya la chica ha terminado de hablar y seguimos con el paseo. Me quedo sin enterarme de nada.

No importa, porque me recreo en el paisaje. Un paisaje de ensueño, formado por prados  salpicados de margaritas de colores y un cielo azul, surcado por aves en peligro de extinción. Unos árboles desde donde se escucha el trinar de los pájaros y un horizonte en el que se aprecia gran parte de las Rías Baixas y algunas islas vecinas. Inspiro aquel aire fresco, miro a mi lado y F ha vuelto a desaparecer. ¿¡Cómo es posible!? O yo soy una nieta lamentable para perder a mi abuela por tercera vez en un día, o bien ella tiene que salir con correa. Opino que más bien lo segundo. Mando al cuerno mi momento zen campestre y salgo en su busca. Otra vez. Pero esta vez no la veo en el grupo y corro hacía la guía.
Ejem... perdona... ¿no habrás visto a mi abuela por aquí? Es la que no deja de gruñirte —. (Esto último lo dije para mis adentros).
La chica sabe a quien me refiero, por supuesto, y juntas nos ponemos a buscarla. Hasta que encontramos a la prófuga unos metros adelante, fuera del camino. Al parecer había decidido que ya tenía bastante paseo y había iniciado el viaje de regreso al pueblo, por su cuenta y riesgo y sin su nieta. ¡Con dos ovarios!
La acompaño al dichoso pueblo mientras nos cantamos las cuarenta la una a la otra.
Ya te vale irte de esa manera, ¿vas por libre o qué?
Es que estaba cansada de tanto caminar y me quería ir.
¡Pues avisa, coño! Quiero decir, ¡recórcholis! —me corrijo de inmediato —.Bueno, ¿al menos te ha gustado el paseo?
Sí, pero si no hubiera comido, no habría podido caminar tanto.
Ya, ¿pero te ha gustado o no? —insisto pensando qué tiene que ver una cosa con la otra.
Sí, pero porque he comido.
¡Bah!, olvídalo, eres imposible.
Tú si que eres imposible.
Ella siempre tiene que tener la última palabra.

Llegamos a la playa y nos sentamos a almorzar. Luego nos tumbamos a tomar el sol, pero de repente, alguien grita desde la orilla y media playa se incorpora con el corazón en la boca. Se trata de una de las abuelas de la excursión, que ha salido del agua y se ha encontrado con todas sus cosas revueltas. La culpable; una gaviota que pasaba por allí en busca de comida. Pero, oh Dios mío, ¿qué es que le cuelga del pescuezo a la gaviota? ¡El sujetador de la señora! Mi abuela se escandaliza, yo me descojono, la señora se pone a gritar, el marido a perseguir a la pobre bicha; que a su vez intenta huir pero que no entiende cómo es que buscando algo que llevarse al pico, ha terminado con semejantes cacerolas a sus espaldas. Todo es un no parar.



Cuando la cosa se tranquiliza, ya es hora de volver a casa y los ancianitos se encuentran en la cola para subir al barco. Yo en el medio. Y de nuevo surge un imprevisto que me pone los pelos de punta. El capitán no consigue arrancar el motor del navío, afuera el sol pega con fuerza y los ancianos llevan muy mal la espera. Pero que muy mal. Se empiezan a escuchar voces de protesta, a esas voces se le suman otras, y otras, y otras más. Así hasta que más de setenta ancianos se ponen de acuerdo para gritar la misma frase “¡queremos subir al barco!” “¡queremos subir al barco!” “¡queremos subir al barco!”. Mi abuela se une a la rebelión de oro y yo cierro con fuerza los ojos, mientras pienso que todo es una pesadilla y que, de un momento a otro, me voy a despertar. Por desgracia eso no ocurre, aunque sí algo que me alivia. El capitán por fin logra poner en movimiento el barco y las fieras se calman.
Pero mi abuela repara en un detalle que la deja muy desconcertada: ¡el ayudante del capitán es un rastafari!
Mira, mira Raquel, lo que tiene ese hombre en la cabeza.
Ya, abuela, cada uno se peina como quiere.
No lo digo por eso —me gruñe—. Pero me pregunto cómo le llegará el oxígeno a la cabeza con esos nudos.
Se llaman, rastas.
Bueno, el caso es que menos mal que se lo podrá quitar antes de meterse en la cama.
¿Eing?, ¿quitar? ¡Abuela, no es un postizo!
¿Ah no?
Jaaaaaaajajjajajajajajaaaaaaaaaajajjaja.
Ya solo por ese comentario, valió la pena el día.

El resto del trayecto a casa, ocurrió sin incidencias. Perdón, una sí; de pronto noto un quemazón por los hombros y la cara, y me doy cuenta de que también estoy quemada literalmente. Por lo menos iré con algo de color a Madrid, porque por si alguien todavía no lo sabe, ¡voy a la feria del libro de Madrid! Y no voy sola, me acompaña otro miembro de mi familia a la que ya conocéis, mi tía “La Dancing Queen”. ¡La que vamos a liar! Así que preparaos, que la siguiente entrada estará cargada de fotos y anécdotas locas.

19 comentarios:

  1. Joer, qué ganas tengo que convertirme en un anciano y poder hacer comentarios sarcásticos sin represalias... xD

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    1. Todo a su tiempo, Juanito. De momento disfruta de tu juventud, que se te da bien el sarcásmo xd. Un besote!

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  2. Que loca está tu abuela... jajajajaja, abuelo no es tan quejicoso, pero critica todo diciéndomelo a mí, no en voz alta para que se enteren todos...

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    1. Más que loca, tiene una mala leche de cuidado. Y también critica en mi oído, lo que pasa es que a veces se le va la voz xd. Un beso!

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  3. Jajajajajaja ¡¡una escursión legendaria!!! a mi tanto abuelo reunido me da miedo!!!

    Un besaaaaaaaaazo mi niña!!

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    1. Kitty, haces bien en temerles, luego ya es demasiado tarde para escapar xd. Un besote, guapísimaa!

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  4. Jejejeje raquel cariño,tienes un don.y es que de cualquier acontecimiento o anecdota haces un texto que engancha de arriba a abajo.corazon de escritora y pluma periodistica y para lo q quieras. un placer leerte(en cualquiera d tus vertientes)vaya aventura d excursion.besossss

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    1. Jo, no me digas eso que me pongo como un tomate xd. Lo que me complace saber, es que mis anécdotas os divierten. Lo único que lamento es no haber grabado el momento de los viejos gritando "queremos subir al barco" XDD. Un besazo mi niña!!!

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  5. Me alegra ver que te identificas con algunos aspectos de mi vida :)
    soy un tanto asquerosita a la hora de comer, y de pequeña me acostumbraron a no comer bichos jajaja
    Hacía tiempo que no nos pasábamos la una y la otra por los blogs...
    Espero que estés bien!

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    1. Yo también soy asquerosita con las comidad, y muy maniática en general!!!!!
      Lo del blog, es que yo suelo pasar por los blog amigos, los fines de semana o así. Pero no te preocupes que por el tuyo seguiré pasando. Un besazo!

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  6. ¡Qué paseo! Eso sí que es salir a caminar. Me alegra saber que a pesar de todo la pasaste bien.
    Besos.

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    1. Sí, lo pasé bien pero el susto que me dió mi abuela cuando desapareció, no me lo quita nadie! jajajaja. Un besote, linda!

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  7. jajaja pedazo entrada! muy divertida!
    Ya podían ser así mis excursiones...jajaj porque por lo menos lo habeis pasado bien!
    Un beso!

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    1. Ummm no sé yo que decirte Lesincele, porque sí, la excursión fue divertida y eso, pero hubo momentos que no tanto. Cuando desapareción mi abuela, por ejemplo.
      Un besazooo!

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  8. ¡Jajaajajaja! Tengo que preparar yo una excursión así ;P

    Un beso reina!!

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    1. No hace falta que la prepares, sólo apuntate a cualguier excursión que organicen los jubilados y hala, tendrás emociones aseguradas XDDD. Un besazooo mi niña!!!

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  9. Muy bueno. Lo de la gaviota es verdad? menuda imagen jajaja. Besotes cielo

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